Es una infección micótica, crónica, superficial, asintomática y recurrente producida por el complejo Malassezia furfur.
Puede aparecer a cualquier edad, pero más frecuente en adolescentes y adultos jóvenes, así como en varones.
Es una dermatosis de distribución mundial con mayor prevalencia en regiones tropicales y subtropicales donde el clima húmedo y caliente favorece la colonización del hongo en la piel, donde la hiperhidratación de la capa córnea o superficial por sudoración y menor recambio celular por consecuencia del calor, todo lo cual podría explicar su mayor incidencia en los meses de verano. También se han descrito otros factores además del calor y humedad, como la oclusión (tipo de ropa), uso de aceites bronceadores, aceite de coco, terapia tópica u oral con corticoesteroides o esteroides tomados o inhalados, desnutrición, embarazo, diabetes o inmunosupresión.
Datos clínicos: la mayoría de los pacientes muestran manchas de color marrón o que no logran broncearse correctamente, y detectan algún trastorno en la pigmentación, generalmente son asintomáticas o con leve prurito. Las lesiones se distribuyen principalmente en la parte superior del tórax (pecho y espalda), parte próximal de los brazos, cuello y puede extenderse a cara, abdomen, axilas y menos frecuente en muslos y región inguinal. El color de las manchas varía desde hipopigmentadas (hipocromicas) o blancas, eritematosas o rosadas y marrones o hiperpigmentadas, con descamación fina y de diversos tamaños y formas (redondas u ovales), pudiendo confluir unas con otras (ver Fotos)
El diagnóstico: se confirma con un examen micológico o examen microscópico directo de las escamas preparadas con KOH o pegando una cinta adhesiva transparente sobre la lesión y colocarla de inmediato en porta objeto con tinta azul (prueba de Scotch tape) donde se evidencian hifas y esporas que asemejan al microscopio “espaguetis con albóndigas“, también se utiliza la visualización directa de las lesiones en piel con lámpara de Wood dando una fluorescencia amarillo dorado de las escamas.
El Tratamiento: resulta sencillo, ya que casi todos los tratamientos locales dan buenos resultados, pero la cronicidad se explica por la dificultad para erradicar los factores predisponentes. Después de la curación pueden persistir manchas hipopigmentadas que pueden ser residuales y muchas veces por afectación transitoria de los melanocitos (los que nos dan el color de la piel), pero la mayoría de las veces la pigmentación normal de la piel se recupera. Se usan lociones, cremas o jabones con ácido salícilico, piritionato de zinc, ketoconazol ambos en champú, imidazoles tópicos (clotrimazol, miconazol, ketoconazol, sertaconazol, etc.), terbinafina por varias semanas y en algunos casos terapia oral (ketoconazol, itraconazol, terbinafina, fluconazol).
Es importante acudir al dermatólogo (No Automedicarse) para evaluación y diagnóstico adecuado, ya que existen otras enfermedades o Dermatosis que se parecen (Vitiligo, tiñas, Pitiriasis rosada, pitiriasis Alba) y de esta manera indicar el tratamiento para así evitar las recaídas o recidivas.
Dra. Anaixa Gómez Vargas
Medico Dermatólogo UCV
Lechería, Anzoátegui
Foto cortesía de la Dra. Ángela Ruiz